MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
Aurelius Augustinus de Hipona, el mismo San Agustín que siguiera los pasos filosóficos de Platón (la República) y de Aristóteles (La Política), dice en su obra “La Ciudad de Dios”, más o menos, que el ejercicio del Poder está reservado para una casta cuando no predestinada, iluminada; para seres fuera de lo común, excepcionales.
La reflexión viene a cuento a propósito de la decisión del ingeniero Eduardo Estrella Virella de apoyar al licenciado Luis Abinader en la conformación de la plataforma opositora Convergencia por un mejor país. El gesto confirma totalmente lo sentenciado por el también autor de “Confesiones” donde admite ser el padre de Adeodato, aunque se reserva el nombre de la madre.
A la crónica del matutino El Caribe del martes 4 de agosto del presente año que da cuenta de la buena nueva, hay que agregar, a título de feliz coincidencia histórica, que con el anuncio también se conmemora por lo alto, con las luces de un verdadero patriotismo, el quincuagésimo décimo noveno aniversario de la fundación de la ciudad de Santo Domingo con el nombre de Nueva Isabela con ánimos sentidos de refundar la república…
En honor a la verdad, no me ha sorprendido en absoluto la actitud del ingeniero Estrella ni creo que haya asombrado a nadie. Su prontuario personal, académico y político no deja resquicio a la duda, aun si fuera inducida. La coherencia de su discurso, y su accionar en la vida pública y privada trituran cualquier maledicencia. ¡Es un hombre visionario y con clase!.
Si como dicen, “para muestra basta un botón” a los fines de constatar algo, solo la alianza que pactara el licenciado Hatuey Decamps Jiménez, presidente del Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD), con el líder del partido Dominicanos por el Cambio (DXC) para las elecciones de 2008, testimonia la solvencia moral y política del ingeniero Estrella.
En estos momentos tan aciagos y propicios para engendrar temores con respecto al porvenir inmediato del país, sin que resulte un exceso de fe de mi parte, acaso innecesario, pienso que no estaría demás apelar al gran Poder de Dios para que el gesto de Eduardo Estrella sea la clarinada que convoque a toda la nación a cerrar filas a sangre y fuego, de ser necesario, contra el maldito continuismo danilista…